En la mañana del 30 de septiembre, locales y turistas pudieron asistir a partidos de fútbol y carreras de pescadores sobre pilotes en Can Gio, un elemento familiar para los habitantes de la costa.
Desde la antigüedad, los zancos han sido una herramienta familiar para los pescadores de las zonas costeras a la hora de capturar mariscos. Hasta ahora, los pescadores de Can Gio han creado un deporte muy singular, el fútbol sobre zancos.
El partido de fútbol se celebró en un campo especial en la playa, jugado en un campo de unos 300 metros cuadrados de ancho.
Los zancos de casi un metro de largo están sujetos a los pies de los "jugadores", lo que hace más difícil caminar y competir por la pelota.
El Sr. Duong Van Luom empezó a utilizar zancos cuando tenía 20 años. Él y otros pescadores utilizaban zancos para ir al mar a pescar camarones y peces durante los días de marea alta. "Jugar al fútbol descalzo en la playa ya es difícil, caminar sobre zancos es aún más difícil", dijo Duong Van Luom (63 años).
El partido será arbitrado por 1 árbitro principal y 2 árbitros asistentes. Cada equipo está formado por 5 personas y compite en dos mitades de 10 minutos de duración cada una.
Tan pronto como el árbitro hizo sonar el silbato para iniciar el partido, los dos equipos comenzaron inmediatamente a disputarse feroces por el balón.
Los dos equipos mantuvieron partidos feroces y dramáticos continuamente.
A partir de un antiguo y conocido instrumento de pesca, los zancos, los pescadores de Can Gio han creado un deporte único.
A diferencia de los partidos de fútbol en el campo, los jugadores en este partido no usan zapatos, sino que llevan zancos de 80 cm de largo, sujetos a sus pies. Por eso moverse y competir por la pelota también es más difícil.
Un atleta cayó al suelo, dos árbitros del partido también acudieron para ayudar a esta persona a levantarse para continuar el partido.
Al final del partido, la victoria fue del equipo rojo con un marcador de 5-1.
El Festival de las Ballenas es una celebración cultural indispensable de los pescadores costeros, estrechamente asociada con la costumbre de adoración a las ballenas de los antiguos navegantes. Se considera una creencia popular que se transmite de generación en generación y está reconocida como patrimonio cultural inmaterial nacional desde 2013.
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