Las bombas que contienen Amatol, un compuesto de hace décadas, se están volviendo más peligrosas a medida que la sustancia se vuelve más sensible a los impactos.
Un Boeing B-17 Flying Fortress estadounidense lanza bombas sobre la planta química y de aceite sintético de Ludwigshafen en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Fotografía: Colección Everett
La Tierra tiene millones de toneladas de bombas y minas, especialmente de las dos guerras mundiales que tuvieron lugar en el siglo XX. Si bien una gran cantidad ha permanecido enterrada y olvidada durante décadas, una nueva investigación realizada por un equipo de científicos de la Universidad de Oslo y la Universidad de Stavanger (Noruega) muestra que muchas bombas contienen una sustancia química que las hace más propensas a explotar con el tiempo, informó IFL Science el 27 de marzo. Nueva investigación publicada en la revista Royal Society Open Science.
El producto químico era Amatol, un material altamente explosivo hecho de una mezcla de TNT y nitrato de amonio, utilizado en muchos tipos de municiones desarrolladas para la Primera y la Segunda Guerra Mundial, incluidas bombas de aviación, proyectiles de artillería, cargas de profundidad y minas navales.
Otros explosivos comunes, como el trinitrotolueno puro (TNT) o el tetranitrato de pentaeritritol (PETN), permanecen relativamente estables en el tiempo y no se vuelven más peligrosos de lo que eran originalmente. Sin embargo, con el tiempo, el Amatol parece volverse más sensible a los efectos si se almacena en determinadas condiciones.
En una nueva serie de experimentos, el equipo noruego dejó caer pesas sobre cinco muestras de explosivo Amatol recogidas en el campo de batalla. Los resultados mostraron que las bombas eran más sensibles al impacto que antes y se volvían cada vez más inestables. Este cambio en las propiedades probablemente se deba a la forma en que el Amatol reacciona con otras sustancias químicas en el entorno natural.
"El estudio reveló que la presencia de humedad, entre otros factores, puede contribuir a la mayor sensibilidad a los efectos del Amatol. Las mezclas explosivas que contienen nitrato de amonio pueden volverse sensibles cuando se contaminan con pequeñas cantidades de metal, o cuando entran en contacto con el metal. Estos contaminantes metálicos pueden reaccionar químicamente con el nitrato de amonio, formando sales complejas y sensibilizando la mezcla", explicó el equipo.
No es raro encontrar bombas sin explotar de la Segunda Guerra Mundial. El mes pasado, una bomba alemana de 500 kilogramos fue encontrada en el patio trasero de una casa en Plymouth, Inglaterra. Más de 100 soldados y expertos en bombas llegaron para controlar la situación, mientras que 10.000 residentes cercanos fueron evacuados. Afortunadamente, la bomba fue desactivada de forma segura y sin causar víctimas. Sin embargo, en 2008, 17 personas en una obra en construcción en la ciudad de Hattingen, Alemania, resultaron heridas cuando una excavadora pasó por encima de una bomba de la Segunda Guerra Mundial de 250 kg, lo que provocó su explosión.
Una nueva investigación sugiere que los incidentes que involucran bombas sin explotar podrían estar volviéndose cada vez más graves. El equipo también destacó que los responsables de manipular bombas sin explotar deben estar informados sobre la creciente sensibilidad del Amatol con el paso del tiempo.
Thu Thao (según IFL Science )
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