Los consumidores de la Unión Europea (UE) tendrán derecho a exigir a los fabricantes de dispositivos electrónicos que reparen sus productos según las regulaciones acordadas por el Parlamento Europeo (PE) y los gobiernos miembros de la UE el 1 de febrero.
En consecuencia, dentro del período de garantía de 2 años, los consumidores pueden optar por reparar o reemplazar el producto si presenta un defecto técnico. El fabricante reparará el producto sin cargo durante el período de garantía si el producto es reparable y el costo de la reparación es menor que el costo de reemplazar el dispositivo. El reglamento también exige que los fabricantes ofrezcan servicios de reparación de equipos asequibles dentro de los 5 a 10 años siguientes a la venta.
El reglamento entrará en vigor este año y se aplicará a muchos productos electrónicos, como teléfonos móviles, tabletas, lavadoras, lavavajillas, frigoríficos, pantallas electrónicas, aspiradoras, dispositivos de almacenamiento de datos, etc. La UE planea añadir a esta lista las baterías de bicicletas eléctricas. El reglamento también exige que los Estados miembros de la UE implementen al menos una medida para promover la reparación, como proporcionar vales de reparación, establecer fondos de reparación o apoyar iniciativas de reparación locales…
Se calcula que el número de productos como lavavajillas, televisores o teléfonos móviles que se desechan aunque todavía se puedan utilizar en los países de la UE supone una cantidad de residuos tecnológicos de hasta 35 millones de toneladas al año. Mientras tanto, el costo de comprar nuevos equipos de reemplazo asciende a más de 13 mil millones de dólares al año. Como resultado, los grupos de consumidores y ambientalistas han instado durante mucho tiempo a la UE a endurecer las regulaciones para garantizar que las empresas tengan opciones más fáciles para reparar sus productos.
Al encontrar un terreno común sobre el derecho a la reparación, la UE ha demostrado sus esfuerzos por “reparar” los impactos negativos causados por los seres humanos. La UE espera que las nuevas normas no sólo ayuden a reducir la cantidad de productos tecnológicos desechados para proteger el medio ambiente, sino que también ayuden a crear empleos y reducir la dependencia del bloque de fuentes extranjeras de materias primas.
Minh Chau
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