Europa "está congelada" y vuelve al gas ruso

Báo Quốc TếBáo Quốc Tế13/02/2025

Cuanto más evite Europa el diálogo con Rusia, más profunda será la crisis energética. Los precios del gas siguen aumentando y los proveedores alternativos no pueden satisfacer la demanda.


Châu Âu ‘đang bị đóng băng’, quay lại với khí đốt Nga - lựa chọn gây chia rẽ nhất, nhưng có thể là duy nhất
Este invierno, sin el gas ruso, las reservas de Europa están a menos de la mitad, el nivel más bajo en tres años. (Fuente: Vestnikkavkaz)

La crisis energética europea es una película de catástrofe que se desarrolla en tiempo real. Pero esto no es Hollywood y no es posible reescribir el guión para salvar la situación.

Un invierno largo y frío, reservas de gas agotadas, facturas energéticas en aumento y un colapso de la industria están destrozando la estrategia energética de la Unión Europea (UE). Todo comenzó con la decisión del continente de cortar sus lazos con el gas ruso.

Europa se está congelando, literal y figurativamente. En todo el continente, la gente mira sus facturas de gas como si tuvieran notas de rescate, preguntándose cómo se mantendrán calientes en esta fría temporada. Mientras tanto, los gobiernos están atrapados entre dos opciones imposibles: recuperar el gas ruso o ver cómo sus economías decaen con el tiempo.

En 2021, Rusia suministró el 45% del gas de Europa. Las sanciones contra el país en 2022 han reducido las importaciones de la UE desde el país de los abedules en un 80%. La alianza espera poder llenar el vacío con energía renovable y gas natural licuado (GNL).

Sin embargo, el continente quedó decepcionado. Según Bloomberg , actualmente las reservas de gas de Europa están a menos de la mitad, los precios se están disparando y el frío del invierno está afectando gravemente no sólo la producción industrial o la vida de las personas, sino también la estabilidad del sistema político del continente.

Reservas agotadas

Este invierno, las reservas de gas de Europa cayeron por debajo del 48% de su capacidad, el nivel más bajo en tres años. Y justo cuando más necesitan calor, se pronostican semanas más frías, especialmente en el noroeste del continente. El consumo de gas ha aumentado un 17% en comparación con el invierno pasado y la tendencia no se desacelera, según la consultora ICIS.

Podría decirse que ahora es el momento en que las cosas se ponen realmente mal: Europa ha perdido a su principal proveedor de gas. Antes del conflicto entre Rusia y Ucrania (febrero de 2022), Rusia bombeaba cada año al viejo continente 155.000 millones de metros cúbicos de gas, cubriendo el 40% de las necesidades de la región. Hasta ahora el suministro ha estado cortado, aunque Europa ha intentado buscar fuentes alternativas pero no ha podido compensarlo.

Los precios del gas en Europa están aumentando drásticamente. El 10 de febrero, los precios de futuros subieron un 5,4% hasta 58,75 euros por megavatio hora, el nivel más alto en dos años. Esta situación está afectando los bolsillos de la gente común y paralizando fábricas en todo el continente.

Los hogares luchan por hacer frente a las crecientes facturas y el sector se está derrumbando. Desde 2022, las industrias con uso intensivo de energía han visto caer su producción drásticamente en un 10%, siendo Alemania la que sufrió el mayor impacto (15%). BASF, el gigante químico líder a nivel mundial en el país de Europa occidental, hizo las maletas y trasladó sus operaciones a Estados Unidos, donde los precios de la energía son una fracción de los de Europa.

impotente

La UE ha dependido en gran medida del GNL para reemplazar los suministros rusos. En 2024, las importaciones de GNL en el continente alcanzarán los 80.000 millones de metros cúbicos, un 15% más que en 2023. Estados Unidos se ha convertido en el principal proveedor, satisfaciendo el 30% de la demanda. Sin embargo, las cosas no fueron tan bien.

La competencia por el suministro de GNL se está intensificando. Los gigantes asiáticos ávidos de energía, como China, Japón y Corea del Sur, están incrementando sus compras de GNL y haciendo subir los precios en los mercados mundiales.

Europa también está “tirando dinero” a esta competencia, pero incluso con mucho dinero, solo puede comprar una cierta cantidad de GNL. La razón es que la capacidad terminal del continente para recibir GNL ha alcanzado su máximo. En otras palabras, incluso si pudieran comprar más, no habría dónde almacenarlo.

Hace un año, hablar de recuperar el gas ruso habría sido considerado un “suicidio político”. ¿Y ahora qué?

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, soltó una bomba de verdad cuando dijo: "No podemos permitir que la economía de la UE se derrumbe. Los europeos merecen energía asequible".

Pero no todos están de acuerdo. Polonia y los países bálticos consideran que cualquier acuerdo con Rusia es una traición. El ministro de Energía polaco, Zbigniew Rao, no dudó en afirmar: "Volver a comprar gas ruso sería un error estratégico. Rompería toda la política de sanciones y daría a Moscú más influencia".

Mientras tanto, Florence Schmidt, estratega energética de Rabobank, dijo sin rodeos: "Cuanto más evite Europa el diálogo con Rusia, más profunda será la crisis energética. Los precios siguen subiendo y los proveedores alternativos no pueden satisfacer la demanda".

¿Podrá Europa encontrar una salida?

La crisis energética en Europa no es sólo un desafío político, sino también un ataque directo a la vida cotidiana de millones de personas. En enero de 2025, los costes del gas para los hogares aumentaron una media del 22% en comparación con el año anterior. Para países como Italia y España, donde los precios se han disparado un 30% y un 27% respectivamente, la situación es como un tornillo de banco que aprieta las economías de las familias mientras intentan mantener sus hogares calientes durante la temporada de frío.

Châu Âu ‘đang bị đóng băng’, quay lại với khí đốt Nga - lựa chọn gây chia rẽ nhất, nhưng có thể là duy nhất
La AIE prevé que para evitar una escasez de gas en 2026, la UE necesitará importar 40.000 millones de metros cúbicos adicionales. (Fuente: AFP)

La industria, que en su día fue la columna vertebral de la economía europea, está cediendo ante la presión. Según la Comisión Europea, una de cada cinco plantas manufactureras en industrias de uso intensivo de energía tendrá que cerrar temporalmente en 2024. La crisis ha costado miles de puestos de trabajo y las exportaciones de la UE han caído un 8%, dando ventaja a competidores globales como Estados Unidos y China.

Este invierno está arrojando una nube oscura sobre Europa, mientras los expertos advierten que la situación podría empeorar aún. La Agencia Internacional de Energía (AIE) predice que para evitar una escasez de gas en 2026, la UE necesitará importar 40.000 millones de metros cúbicos adicionales.

Los responsables políticos europeos están buscando soluciones, pero ninguna viene sin grandes concesiones:

En primer lugar , aumentar las importaciones de GNL: Europa depende en gran medida del GNL de Estados Unidos y Qatar, y se prevé que las importaciones aumenten un 15% hasta alcanzar los 80.000 millones de metros cúbicos en 2024, pero se trata de una apuesta costosa. Países asiáticos como China, Japón y Corea del Sur compiten ferozmente por el mismo suministro, lo que aumenta los precios mundiales.

En segundo lugar , utilizar energía renovable: Europa está duplicando su energía eólica y solar. Aunque este es el futuro, el presente cuenta una historia diferente. Los días sin viento de este invierno muestran lo vulnerables que son estas fuentes de energía en momentos críticos.

En tercer lugar , el ahorro energético: en Alemania se proponen medidas drásticas, como por ejemplo reducir la temperatura de los edificios a 18 °C. Pero políticas como ésta pueden poner a prueba la paciencia pública.

En cuarto lugar , el regreso al gas ruso. Es la opción más divisiva, pero puede ser la única que pueda estabilizar la situación rápidamente.

Las instalaciones de almacenamiento de gas se han convertido en la última línea de defensa de Europa contra el colapso total. Los analistas de Rystad Energy advierten que si se mantienen los niveles de consumo actuales, las reservas podrían agotarse a mediados de marzo.

Alemania, el corazón industrial de Europa, se enfrenta a una situación particularmente precaria. El país está compitiendo para aumentar las importaciones procedentes de Noruega, pero incluso eso conlleva riesgos. Se espera que el mantenimiento del campo de gas de Noruega planificado para el verano de 2025 reduzca la producción entre un 5 y un 7%.

La escasez de gas está afectando especialmente a potencias industriales como Francia e Italia. El gigante químico francés Arkema ha anunciado planes para trasladar parte de su producción a lugares con energía más barata, como Marruecos e India, una sombría señal de la menguante competitividad de Europa.

Dilema

La idea de reanudar el tránsito de gas ruso a través de Ucrania, considerada políticamente tóxica hace un año, ha comenzado a infiltrarse en las discusiones europeas. Como se mencionó anteriormente, Hungría y Austria han roto filas y han pedido públicamente una revisión de las sanciones. Mientras tanto, Polonia y los países bálticos se mantienen firmes y consideran cualquier nueva relación con Rusia como un error estratégico.

La Comisión Europea está caminando sobre una delgada línea. Oficialmente no han asumido ningún compromiso, pero hay indicios de que algún tipo de excepción para Ucrania podría estar sobre la mesa si la situación continúa escalando.

Según la Comisión Europea, se prevé que las exportaciones industriales caigan un 8% en 2024. Esa disminución es solo la punta del iceberg. El cierre masivo de fábricas ha provocado la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo. Y aunque las grandes corporaciones pueden encontrar una forma de capear el temporal, las pequeñas y medianas empresas se enfrentan al peso de los crecientes costos de la energía, que se han duplicado en algunas zonas.

La crisis energética de Europa es más que un juego de números: es una lucha por la supervivencia económica. Cada mes que pasa, el lazo se hace más estrecho en torno a los hogares y a las industrias. Si la UE no actúa con decisión, las consecuencias se extenderán a los mercados mundiales y debilitarán el papel dominante de la economía europea en el escenario internacional.

No se puede negar que los días de energía barata y abundante han terminado. Europa tiene ahora que elegir entre adaptarse, innovar y perseverar o aferrarse a ideales que podrían costarle todo. El verdadero desafío no es sólo superar los próximos meses: es construir un futuro energético sostenible. El tiempo avanza y el próximo invierno no espera a nadie.



Fuente: https://baoquocte.vn/chau-au-dang-bi-dong-bang-quay-lai-voi-khi-dot-nga-lua-chon-gay-chia-re-nhat-nhung-co-the-la-duy-nhat-304152.html

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