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| La cumbre extraordinaria de países árabes y musulmanes tuvo lugar el 11 de noviembre en la capital, Riad, Arabia Saudita. (Fuente: AFP) |
La cumbre extraordinaria de países árabes y musulmanes tuvo lugar el 11 de noviembre en la capital, Riad, Arabia Saudita. Celebrada en el contexto de la grave escalada del conflicto israelí-palestino, especialmente en la Franja de Gaza, la Conferencia se centró en discutir cuestiones regionales candentes, incluida la condena de las acciones militares de Israel en Gaza, la protección de los derechos de los palestinos y la búsqueda de una solución duradera al conflicto.
La participación de países regionales influyentes como Arabia Saudita, Irán y Turquía contribuyó significativamente a los debates de la Conferencia. El país anfitrión, Arabia Saudita, pidió unidad en la defensa de los derechos palestinos y prometió asistencia humanitaria.
Mientras tanto, Irán ha estado entre los países que han condenado más enérgicamente las acciones de Israel y han pedido solidaridad con Palestina. Por su parte, Turquía apoya las medidas internacionales y pide la intervención de organizaciones globales como las Naciones Unidas (ONU).
La conferencia criticó el uso por parte de Tel Aviv del derecho a la legítima defensa como pretexto para ataques a gran escala y pidió unánimemente apoyo internacional para "congelar" la membresía de Israel en la ONU.
La conferencia reafirmó su compromiso de apoyar a Palestina en la creación de un Estado independiente con territorios que incluyan Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental, sobre la base de las fronteras anteriores a 1967. Los derechos palestinos siguieron siendo un tema candente en la conferencia, ya que muchos países creían que el conflicto sólo podría terminar cuando Israel respetara los derechos de los palestinos y esperaban que las Naciones Unidas intervinieran con mayor firmeza, pidiendo la adopción de una resolución para proteger al pueblo palestino y abrir el acceso humanitario a la Franja de Gaza.
En su Declaración Conjunta, la conferencia pidió apoyo internacional para imponer un embargo de armas a Israel, subrayando que “este sería un paso para poner las cosas en su lugar”. La declaración conjunta también advirtió de los riesgos de escalada y expansión del conflicto en la región, que dura más de un año en la Franja de Gaza, extendiéndose al Líbano, junto con supuestas violaciones de la soberanía de Irak, Siria e Irán, sin acciones preventivas drásticas de la comunidad internacional.
Aunque hubo muchos puntos de acuerdo, en la Conferencia también surgieron desacuerdos. Varios países, incluidos Argelia y Líbano, apoyan sanciones económicas contra Israel para presionar a Tel Aviv. Por el contrario, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, países que han normalizado sus relaciones con Israel, se oponen a sanciones duras, por temor a que puedan aumentar las tensiones e impactar negativamente en las relaciones económicas y de seguridad regionales. En lugar de abogar por medidas duras, estos países pidieron diálogo y búsqueda de soluciones a través de la diplomacia y negociaciones pacíficas.
Aunque no se llegó a una solución final, la Conferencia demostró claramente la voluntad y el compromiso de muchos países de apoyar a los palestinos y buscar soluciones duraderas. Sin embargo, los países también deben resolver simultáneamente el problema de equilibrar los intereses nacionales y la solidaridad regional para buscar una solución pacífica sostenible a la cuestión israelí-palestina, así como a toda la región del Medio Oriente.
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