Después de no lograr una puntuación lo suficientemente alta en el "gaokao" (el examen de ingreso a la universidad notoriamente difícil de China) por 27ª vez consecutiva, Liang Shi, de 56 años, comenzó a preguntarse si alguna vez ingresaría a la universidad de sus sueños.
El Sr. Liang es un millonario hecho a sí mismo que ha presentado el agotador examen de ingreso a la universidad docenas de veces durante las últimas cuatro décadas, con la esperanza de ganar una plaza en la Universidad de Sichuan y convertirse en un "intelectual". A pesar de tener una vida considerada bastante exitosa, todavía se aferra a su sueño de ir a una prestigiosa universidad en China.
El Sr. Luong Thach, quien tomó el gaokao 27 veces
Durante su preparación para los exámenes, el Sr. Luong pasó 12 horas diarias estudiando, se abstuvo de beber y de jugar mahjong, y soportó sospechas y burlas de los medios de comunicación por tomar el examen demasiadas veces. Sin embargo, en el examen de este año, todavía le faltaban 34 puntos para alcanzar la puntuación estándar para poder ingresar a cualquier universidad.
"Antes de recibir los resultados, tenía la sensación de que no lograría obtener una puntuación lo suficientemente alta como para ingresar a una universidad de élite, pero no esperaba no ingresar ni siquiera a una universidad regular", dijo a la AFP.
En el pasado, los exámenes fallidos no pudieron detener el sueño del Sr. Luong. Cada vez que fracasaba, se prometía volver a intentarlo el año siguiente. Pero esta vez, por primera vez en décadas, se preguntó si sus esfuerzos habían dado frutos.
"Si realmente no veo muchas esperanzas de mejorar, entonces no tiene sentido volver a presentar el examen. He estudiado muchísimo todos los días. Es difícil decir si seguiré preparándome para el gaokao del próximo año", admitió el Sr. Liang.
Sin embargo, una vida sin estudiar para el gaokao es casi impensable para los millonarios chinos. "Fue una decisión difícil. Yo tampoco quería rendirme. Si dejaba de tomar el gaokao, cada taza de té que bebiera durante el resto de mi vida tendría un sabor a arrepentimiento", confesó.
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