El suelo tembló con una fuerza que pocos habían sentido jamás, retumbando en una remota aldea marroquí en la oscuridad de la noche.
Cuando el terremoto terminó el viernes por la noche, la ciudad en lo profundo de las montañas del Atlas estaba en ruinas, con docenas de muertos y decenas de casas y muros reducidos a escombros.
La gente se reúne para enterrar a las víctimas del terremoto en la aldea de Ouargane, cerca de Marrakech, Marruecos, el 9 de septiembre de 2023. Foto: AP
La gente de la pobre comunidad rural situada a unos 45 kilómetros al noreste del epicentro del terremoto vive en casas hechas de ladrillos de arcilla y madera, muchas de las cuales ya no existen o ya no son seguras para vivir. Los muros se derrumbaron y revelaron el interior de las casas dañadas, cuyos escombros se deslizaron colina abajo.
Se desató el caos y el terror mientras los aldeanos aterrorizados buscaban refugio en las calles. Algunas personas usaron sus manos desnudas para limpiar los escombros y comenzaron a sacar los cuerpos uno por uno. La gente se reunió y lloró afuera de un centro de salud comunitario mientras llegaban noticias de más muertes.
Los equipos de búsqueda han estado buscando en las grietas más víctimas o personas que necesiten ser rescatadas después del mayor terremoto que ha golpeado al país del norte de África en 120 años.
La mayoría de los muertos, al menos 2.100 hasta el domingo, estaban en Marrakech y cinco provincias cercanas al epicentro, con al menos otros 2.059 heridos, incluidos 1.404 en estado crítico, dijo el Ministerio del Interior del país.
Horas después de la tragedia, una procesión de cientos de personas llevó más de una docena de cuerpos cubiertos por mantas a la plaza del pueblo. Los hombres se arrodillaron sobre alfombras y oraron por los muertos en un breve funeral antes de llevar a los difuntos al cementerio de la ladera. Según la costumbre musulmana, el entierro debe realizarse rápidamente después de la muerte.
Padres desconsolados sollozaron por teléfono para contarles a sus seres queridos sobre la pérdida de su hijo. Los aldeanos instalaron una gran carpa en la plaza, tradicionalmente utilizada para ocasiones felices como las bodas. En los próximos días, este espacio servirá como un refugio mucho más sombrío para quienes se quedaron sin hogar.
Gran parte de la economía de la ciudad depende de la agricultura y el turismo. El tiempo dirá qué tan pronto los visitantes regresarán a un lugar que ha existido durante siglos.
Moulay Brahim debe su nombre a un santo sufí marroquí que practicaba una forma de Islam que valora la paz, el amor y la tolerancia, enfatizando la meditación interior para lograr la conexión con Dios. Los habitantes de la ciudad hablan una combinación de árabe y tachelhit, la lengua nativa más hablada en Marruecos.
Hassan Ait Belhaj, propietario de varias propiedades en alquiler en Moulay Brahim, dijo que los edificios no fueron diseñados para terremotos tan fuertes y se preguntó cuánto tiempo tardaría la zona en recuperarse.
El ejército ha desplegado aviones, helicópteros y drones. Los servicios de emergencia han acelerado los esfuerzos para llegar a las zonas más afectadas, pero las carreteras que conducen a las zonas montañosas alrededor del epicentro están congestionadas con vehículos y bloqueadas por escombros, lo que ralentiza las labores de rescate.
Mai Van (según AP)
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