Europa ha evitado el peor escenario posible de darle la espalda al gas ruso, pero el problema de la seguridad energética a largo plazo sigue sin resolverse.
Desde que estalló el conflicto en Ucrania, Europa sabía que pronto se enfrentaría a problemas complejos relacionados con el gas ruso barato, una fuente de energía de la que ha dependido durante décadas para calefacción y fabricación.
Para Europa, la seguridad energética siempre ha sido un compromiso. La energía importada barata siempre conlleva el riesgo de hacerlos dependientes de los proveedores.
Los funcionarios europeos habían pronosticado que un invierno largo y frío en 2022-2023 los obligaría a reducir las sanciones a Rusia, ya que los miembros de la UE no podían permitirse el lujo de dejar a sus ciudadanos en el frío por el bien de Ucrania.
Sin embargo, el reciente invierno cálido y los esfuerzos por conservar el gas han ayudado a Europa a evitar este escenario y, al mismo tiempo, la han empujado a abandonar la política de Wandel durch Handel (Cambio a través del comercio) que se ha aplicado durante décadas. Los responsables políticos de Wandel durch Handel creían que Rusia cambiaría gradualmente y se inclinaría hacia los valores occidentales después de un largo período de hacer negocios con Europa.
El primer paso que dio Europa fue reducir gradualmente las importaciones de gas de Rusia. En 2021, un año antes de que estallara el conflicto en Ucrania, el 45% de las importaciones de gas de la UE procedían de Rusia. En Alemania, la cifra es del 52%.
Sin embargo, estas cifras disminuyeron después del estallido de las hostilidades. Según datos de la UE, en el primer trimestre de 2023 Rusia representó solo el 17,4% de las importaciones de gas del bloque.
Una estación receptora de gas del gasoducto Nord Stream 2 de Rusia cerca de Lubmin, Alemania, en febrero de 2022. Foto: CNN
El siguiente paso es aprovechar el invierno cálido para llenar las reservas de gas, en preparación para el invierno 2023-2024. Las reservas de gas de Europa son tan grandes que existe consenso en que el Kremlin no puede utilizar la energía como arma para cambiar la determinación de Europa.
La UE en su conjunto alcanzó su objetivo de contar con reservas de gas del 90% a mediados de agosto, antes de la fecha límite del 1 de noviembre. Europa también está diversificando significativamente sus fuentes de energía.
Pero los analistas temen que estas medidas sean sólo temporales y no puedan garantizar la seguridad energética a largo plazo para Europa. Lo más preocupante para los países europeos es que, a pesar de sus esfuerzos por diversificar el suministro de gas, la mayor parte de sus reservas actuales son gas natural licuado (GNL).
“El GNL es una solución tan obvia que se ha convertido en una prioridad. Pero como el GNL se puede comercializar de forma bastante flexible, resulta más difícil rastrear su origen. Eso significa que una gran cantidad del GNL que importa Europa podría proceder de Rusia”, dijo Milan Elkerbout, investigador del Centro de Estudios Políticos Europeos.
Europa dice que compra la mayor parte de su GNL a Estados Unidos, Qatar y Nigeria, pero a menudo lo vende en bolsas donde no suele haber datos claros sobre el origen del gas.
Además, cuando Europa abandonó su política de "Wandel durch Handel" con Rusia, pasó a depender de otros países para obtener energía. Cuando se trata de seguridad energética, la dependencia en última instancia se reduce a un equilibrio entre beneficios económicos y riesgos, según el analista de CNN Luke McGee.
Una de las formas en que la UE espera reducir su dependencia energética es a través del Pacto Verde, un plan para convertir a Europa en un continente neutral en carbono para 2050. El proyecto, que se espera que cueste más de un billón de dólares, incluirá desde plantar 3.000 millones de árboles hasta modernizar edificios para que sean energéticamente eficientes. Además, las grandes inversiones en energía renovable y transporte limpio también juegan un papel importante.
El primer gran hito del Pacto Verde es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 en comparación con los niveles de 1990. Pero los observadores están preocupados por el lento ritmo de progreso en la consecución de este objetivo, lo que lleva a algunos países a buscar apoyo de China para la transición energética.
“China inició su estrategia industrial de energía verde hace unos 15 años. Lo ha hecho muy bien, obteniendo recursos naturales como el litio para baterías y el acero para turbinas eólicas, y desarrollando la capacidad de fabricación para satisfacer la demanda de todos ellos”, dijo Adam Bell, ex funcionario de energía del Reino Unido.
Bell añadió que Europa, mientras tanto, parece incapaz y tal vez no pueda evitar el escenario en el que “China desempeñará un papel importante en el futuro verde de Europa”.
Esto, a su vez, plantea desafíos geopolíticos y de seguridad para Europa, según los observadores.
Velina Tchakarova, una destacada experta en seguridad europea, dijo que con sus importantes recursos de materias primas y la protección estatal, la industria china tiene una ventaja competitiva que a las empresas europeas les resulta cada vez más difícil igualar.
Terminal de recepción de GNL en Rotterdam, Países Bajos, el año pasado. Foto: AFP
Tchakarova cree que si Europa tiene que depender de China para su transición verde, se enfrentará a muchos grandes riesgos, ya que sigue dependiendo de un socio importante para el suministro, algo que Europa ha aprendido del gas ruso.
Europa ha realizado esfuerzos para resolver el problema de la seguridad energética, pero aún enfrenta grandes desafíos. Con el envejecimiento de la población y el estancamiento de la economía europea, el continente aún necesita enormes cantidades de energía si quiere mantener su estilo de vida actual, según el analista Luke McGee.
“Una de las ironías de la vida es que quienes tienen las riendas de la energía a veces son nuestros socios menos fiables y nuestros futuros adversarios”, dijo McGee citando a un diplomático de la UE.
Thanh Tam (según CNN )
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