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El debate sobre la conveniencia de incluir tutorías y aprendizajes adicionales en los sectores empresariales condicionales se ha "calentado" nuevamente en foros y redes sociales en los últimos días después de que el tema se discutiera en la 5ª sesión de la 15ª Asamblea Nacional.
Aunque el titular del sector educativo nacional afirmó que la enseñanza y el aprendizaje extra provienen actualmente de las necesidades reales de los educandos y deben incluirse en la lista de líneas de negocio condicionales para tener una base para una gestión y supervisión clara de esta actividad, la opinión pública aún tiene muchas opiniones encontradas.
Según algunos diputados de la Asamblea Nacional, no se deben condenar las clases y los aprendizajes adicionales porque otras profesiones permiten a los trabajadores trabajar horas extras para aumentar sus ingresos. En el contexto de una política salarial limitada para los docentes, la enseñanza y el aprendizaje adicionales se convierten en una de las soluciones para ayudar a mejorar los ingresos y mejorar la vida de los docentes.
Sin embargo, por otro lado, a muchas personas les preocupa que si esta actividad se “legaliza” en las escuelas, será difícil de controlar y se distorsionará, y los mayores perjudicados serán los estudiantes. Así, el verdadero problema no está en la regulación de “permitir” o “prohibir” las tutorías extraescolares, sino en cómo gestionarlas de forma efectiva, de modo que se armonicen los intereses y necesidades de las partes interesadas, incluidos estudiantes, padres, escuelas y profesores.
Para evitar que esta actividad se convierta en realidad, no basta con la gestión con herramientas como documentos y reglamentos, sino que deben adoptarse medidas radicales como mejorar el ambiente de trabajo y el régimen de trato a los docentes; Superar la competencia por las puntuaciones y la presión por los logros de un gran número de personal directivo escolar; El miedo de los padres de que sus hijos sean inferiores a sus amigos...
Hoy en día, la educación se considera una de las profesiones laborales especiales, porque el producto que crea son personas, no bienes o servicios manufacturados. Aunque la posición y el papel de los docentes han cambiado en comparación con la educación tradicional en el pasado, todavía ocupan un lugar especial en la división del trabajo en la sociedad. Por lo tanto, no sólo la enseñanza y el aprendizaje adicionales, sino también muchas otras actividades remuneradas en las escuelas necesitan mecanismos claros de gestión y supervisión para reducir el riesgo de ser distorsionadas, provocando que la sociedad tenga una visión distorsionada de la imagen noble de los docentes.
En particular, los esfuerzos propios del sector educativo no son suficientes, sino que se necesita más coordinación y gestión conjunta de las autoridades locales en todos los niveles para abordar a fondo las violaciones, limpiar el ambiente educativo y fortalecer así la confianza de los padres y los estudiantes.
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