Japón ha expresado su postura sobre las reacciones de algunos países y regiones vecinos con respecto a las actividades de vertido en la planta de Fukushima.
Las empresas japonesas se han enfrentado a llamadas de acoso en China tras la decisión de verter residuos en la planta de Fukushima. (Fuente: EPE-EPA) |
El 28 de agosto, el viceministro de Asuntos Exteriores japonés, Okano Masataka, citó al embajador chino por múltiples casos de llamadas telefónicas acosadoras desde China relacionadas con el vertido de agua radiactiva tratada de la central nuclear de Fukushima. Las llamadas se hicieron a instalaciones japonesas en China, según el comunicado, que instó a Beijing a tomar rápidamente las medidas apropiadas y garantizar la seguridad de los ciudadanos japoneses.
Ese mismo día, el secretario jefe del Gabinete japonés, Hirokazu Matsuno, también expresó su pesar por las llamadas. Tokio ya ha pedido a Pekín que “garantice la seguridad de los residentes japoneses en China” tras una ola de acoso telefónico dirigido a empresas de Japón tras la decisión del país de los cerezos en flor de liberar las aguas residuales de la central nuclear de Fukushima.
Japón insiste en que el vertido de aguas residuales tratadas es seguro y el 27 de agosto publicó nuevos datos que demuestran que las aguas cercanas a Fukushima siguen manteniendo los niveles de radiación dentro de límites aceptables. Sin embargo, el gobierno chino se opuso firmemente y prohibió la importación de todos los productos del mar de Japón, alegando que el vertido estaba contaminando el océano.
En noticias relacionadas, el académico ruso Valentin Sergiyenko dijo a los periodistas que Japón no permitirá que un barco científico de la Academia de Ciencias de Rusia estudie el proceso de descarga de la planta de Fukushima.
Llevamos a cabo estas actividades de investigación inmediatamente después del accidente, incluyendo actividades de exploración, pero Japón restringió el acceso a su zona económica. No permitieron la entrada de nuestros barcos ni la realización de investigaciones. Por eso solo pudimos trabajar a una distancia de 150 a 300 km de Fukushima; solo pudimos ver rastros, subrayó.
Según este investigador, es importante saber cómo se diluyen las aguas residuales. Si se liberara todo de una vez, el nivel de radiación local podría superar varias veces el valor real.
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