Elena Cornaro Piscopia fue pionera en la historia académica europea, siendo la primera mujer del mundo en recibir un doctorado. Su vida, sus logros y sus contribuciones son una fuente de gran inspiración, especialmente en el contexto de su origen pobre y las desafiantes normas sociales y barreras de género del siglo XVII.
Reformulando la narrativa sobre las mujeres en el ámbito académico
Elena Cornaro Piscopia nació en el Palacio Loredan, en Venecia, República de Venecia (ahora Italia) en 1646. Su madre, Zanetta, era una campesina pobre. Zanetta huyó a Venecia para escapar de la hambruna, se enamoró de un joven y pronto se dio cuenta de que provenía de una de las familias más poderosas de la época.
Sus padres no estaban casados en el momento de su nacimiento, por lo que Elena no fue reconocida como miembro de la familia Cornaro, ya que la ley veneciana prohibía que los hijos ilegítimos de nobles recibieran privilegios nobiliarios.
Dra. Elena Cornaro Piscopia.
Su padre intentó muchas veces concertar un matrimonio para Elena a la edad de 11 años, pero ella se negó a seguir su pasión por la exploración y el descubrimiento.
Desde muy pequeña, Elena mostró signos de ser un prodigio. La curiosidad la llevó a estudiar idiomas, matemáticas y filosofía desde temprana edad. A pesar de las barreras sociales que limitaron las oportunidades educativas para las mujeres, la determinación de Elena la llevó a un camino para reformular la narrativa sobre las mujeres en el mundo académico.
Aprendió y dominó el latín y el griego, así como el francés y el español, a la edad de siete años. También habla hebreo y árabe con fluidez. Sus amplios conocimientos atrajeron la atención y la admiración en toda Italia. Elena fue la primera mujer en ser admitida en la prestigiosa Accademia de' Ricovrati (1669).
Un logro sin precedentes
En 1672, el padre de Elena, procurador de la Basílica de San Marcos -un puesto de poder- la envió a la Universidad de Padua para continuar sus estudios.
Inicialmente quería obtener un doctorado en teología, pero la Iglesia se opuso firmemente a la idea de que una mujer fuera erudita en teología. Sin desanimarse, solicitó nuevamente un doctorado en filosofía y fue aceptada, según el sitio web del Museo de Brooklyn.
Su camino hacia el doctorado estuvo lleno de desafíos. La discriminación de género está en aumento y Elena lucha en un entorno académico dominado por hombres. Las oportunidades educativas limitadas para las mujeres hicieron que su viaje fuera aún más especial.
En 1678, Elena defendió con éxito su tesis ante una audiencia de miles de personas, incluidos funcionarios de la Iglesia y del Estado.
Este logro no tuvo precedentes porque antes de 1678 ninguna universidad europea había otorgado títulos a mujeres. A pesar de las normas vigentes que limitan el acceso a la educación superior, se convirtió en la primera mujer del mundo en obtener un doctorado.
Después de graduarse, Elena se quedó en la escuela para enseñar matemáticas y dio conferencias en varias otras instituciones en toda Europa. La Universidad de Padua, una renombrada institución educativa de la época, se convirtió en el “escenario” del logro innovador de Piscopia.
Una estatua de la Dra. Elena Cornaro Piscopia se encuentra en la Universidad de Padua en reconocimiento a sus contribuciones.
Además de romper barreras de género, Elena Cornaro Piscopia también se destacó por sus aportes a la filosofía y las matemáticas. Al participar en debates sobre muchos temas filosóficos, demostró su profundidad intelectual. Sus destacadas habilidades matemáticas demostraron aún más su talento multifacético, consolidando su condición de académica integral.
Los aportes de Elena fueron mucho más allá de un simple doctorado, se convirtió en un símbolo de la excelencia intelectual de las mujeres, demostrando que las mujeres pueden dominar absolutamente en los campos académicos no menos que los hombres.
Las contribuciones de Elena no se limitaron a lo académico, también fue conocida por sus actividades filantrópicas en sus últimos años. En 1684, Elena Cornaro Piscopia murió de tuberculosis a la edad de 38 años. A lo largo de su vida, optó por no casarse ni tener hijos, dedicándose a la educación y a la ciencia.
Fue enterrada en la iglesia de Santa Giustina de la ciudad de Padua. Su estatua se yergue orgullosa en la Universidad de Padua para honrar sus contribuciones pioneras a las futuras generaciones de mujeres, inspirándolas a seguir su educación y carreras en el ámbito académico.
El legado de Elena continúa alentando a la sociedad contemporánea a romper barreras desafiantes y promover una mayor inclusión en la educación.
(Fuente: Vietnamnet)
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