Todos los padres han tenido un dolor de cabeza cuando su hijo hace un berrinche, llora fuerte y hace demandas irrazonables. Estos arrebatos son más comunes en niños de 1 a 3 años. Esta se considera una forma de que los niños expresen sus emociones mientras sus habilidades de lenguaje y expresión aún no están completas.
Desde temprana edad, la mayoría de los niños aprenden que las rabietas suelen funcionar. Es una buena manera de conseguir que los adultos obedezcan. Por lo tanto, los padres deben limitar este comportamiento lo antes posible. Sin una intervención adecuada, las rabietas empeorarán y un niño que hace rabietas con frecuencia se convertirá en un adulto llorón.
Mantén la calma y no te rindas
Escuchar a un niño hacer un berrinche puede ser peor que completar una tarea que requiera un esfuerzo mental. Sin embargo, es importante que los adultos mantengan la calma. Intentar acabar con la rabieta de un niño gritándole o regañándolo es completamente ineficaz.
Lo mejor es que los padres se queden quietos y dejen que sus hijos griten y lloren hasta que se cansen y las cosas se calmen por sí solas. Una vez que el niño haya cesado sus rabietas, se sentirá más cómodo y los consejos y enseñanzas de sus padres serán más significativos. De esta manera, los padres pueden controlar sus emociones y hablar con calma con sus hijos sobre los temas que les molestan.
Haga lo que haga el niño, no cedas. Si los padres ceden diciendo: “¡Está bien, come otra galleta!”, les enseñan a sus hijos que las rabietas son una forma efectiva de conseguir lo que quieren.
Dar aviso con antelación
Una cosa que hace que los niños se sientan muy molestos es cuando sus padres terminan repentinamente su tiempo de juego sin avisarles previamente. Los adultos no pueden simplemente decirles que llegarán a casa en 10 minutos, porque cuando están jugando, los niños ya no tendrán noción del tiempo.
En cambio, los padres pueden ser más específicos, por ejemplo, que el niño pueda bajar dos toboganes más, subirse a dos atracciones más y luego irse. Esto es algo que los niños pueden entender y obedecerán incluso aunque todavía quieran quedarse a jugar.
Anime a los niños a sentarse quietos para calmarse.
Este es un método que siguen muchos maestros de preescolar y que los padres también pueden adoptar. Reserve un rincón de su casa como el "espacio tranquilo" de su hijo, ya sea un sofá junto a la ventana o una alfombra con libros, juguetes y otros entretenimientos alrededor.
Cuando los niños están molestos o enojados, los padres pueden animarlos a sentarse allí y distraerlos con diferentes actividades.
Preste atención positiva cuando la rabieta se detenga.
Tan pronto como deje de lloriquear, bríndele atención positiva a su bebé. Elogie a su hijo diciendo algo como: "¡Me gusta la forma en que juegas tan silenciosamente!"
Preste mucha atención positiva al buen comportamiento, lo que animará a su hijo a buscar atención de maneras positivas.
Prevenir futuras rabietas
Equipe a su hijo con las habilidades necesarias para manejar emociones difíciles como la frustración, el aburrimiento y la tristeza sin quejarse.
Si su hijo se enoja porque no puede salir a jugar, anímelo a resolver esos sentimientos de enojo haciendo otra cosa, como colorear o jugar a las damas. Las habilidades de afrontamiento ayudarán a su hijo a manejar sus emociones de manera positiva.
Los niños también necesitan habilidades de resolución de problemas para lidiar con sus emociones. Si su hijo se siente deprimido porque está lloviendo y se canceló el viaje familiar a la playa, ayúdelo a encontrar una actividad en el interior. Darle poder a su hijo para que resuelva problemas por sí solo lo ayudará a disfrutar de su trabajo sin hacer berrinches.
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Fuente: https://giadinhonline.vn/lam-gi-khi-con-lien-tuc-an-va-d199655.html
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