Los consumidores compran en un mercado de Guangxi, China. (Foto: Xinhua) |
En concreto, la economía japonesa registró un crecimiento nominal del 5,7% en 2023, mientras que China creció un 4,6%.
Este sorprendente cambio de tendencia se produce en un momento en que Japón empieza a deslizarse hacia la inflación, mientras que China se enfrenta a presiones deflacionarias.
La segunda economía más grande del mundo creció un 5,2% en términos reales el año pasado. El crecimiento real se aceleró con respecto al año anterior, en parte gracias a una recuperación respecto del crecimiento del 3% de 2022, cuando la economía se contrajo drásticamente debido al Covid-19.
Sin embargo, el crecimiento nominal -teniendo en cuenta la inflación- se desaceleró al 4,6% en 2023 desde el 4,8% del año anterior.
Países como Estados Unidos y Alemania tienen tasas de crecimiento nominal superiores al 6%, lo que hace que la desaceleración de China destaque en comparación con los principales países desarrollados fuera de Japón.
Mientras tanto, la demanda interna en Beijing sigue siendo lenta en medio de una prolongada caída del mercado inmobiliario y un mercado laboral difícil, especialmente para los jóvenes. Al mismo tiempo, la inversión en infraestructura y en los sectores industriales sigue impulsando la capacidad de oferta, lo que mantiene la presión deflacionaria sobre la economía.
Además, los precios al consumidor han disminuido interanualmente durante cuatro meses consecutivos hasta enero de 2024, mientras que el índice de precios al productor ha sido negativo interanual desde octubre de 2022.
Las medidas políticas adoptadas por China en las últimas semanas apuntan a impulsar el crecimiento económico, pero los resultados reales aún no están claros, dijo la analista Lillian Li de Moody's Investor Service.
“El impacto en el crecimiento del PIB nominal en 2024 dependerá de si esas medidas y los estímulos futuros pueden mejorar la confianza del mercado e impulsar la demanda de manera sostenible”, afirmó.
Según el estratega chino Thomas Gatley de la firma de investigación independiente Gavekal, las presiones deflacionarias en la segunda economía más grande del mundo probablemente continuarán, o incluso aumentarán, y ejercerán presión a la baja sobre los precios globales.
“Con el histórico auge inmobiliario claramente terminado, el gobierno está dedicando todos sus esfuerzos a expandir la industria manufacturera para impulsar el crecimiento futuro. Hay buenas razones para creer que China seguirá siendo un país deflacionario en los próximos años”, afirmó.
Al mismo tiempo, la capacidad manufacturera de China ha sido un factor clave en la reducción de la inflación global en las últimas dos décadas, especialmente desde que China se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001.
El señor Gatley cree que el factor China podría hacer bajar los precios. “La influencia de China en los precios mundiales está aún más claramente inclinada en una dirección deflacionaria”, dijo.
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