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El canal de televisión Al Arabiya informó que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, recibió al presidente sirio, Bashar al-Assad, con motivo de la asistencia de Assad a la Cumbre de la Liga Árabe (LA) en Yeddah, Arabia Saudita. Según los observadores, la participación de Siria en la Cumbre de la Liga Árabe después de más de una década es el foco del evento.
El presidente sirio, Bashar al-Assad. Foto: AFP/VNA |
La LA suspendió la membresía de Siria en 2011 después de un conflicto que duró más de 10 años en el país. La normalización con los estados árabes es una victoria diplomática para Siria. Según Hasni Abidi, experto en el mundo árabe y director del Centro de Investigación sobre el Mundo Mediterráneo (Cermam), la recuperación de la membresía en la LA ha allanado el camino para que Siria se reintegre al mundo. Varios países europeos han iniciado negociaciones con Damasco.
La colaboración con los ricos países del Golfo también aumenta la esperanza de que Siria resuelva sus problemas económicos y reconstruya el país. Hasta ahora, Siria ha tenido dificultades para acceder a financiación internacional sin una solución política al conflicto patrocinada por la ONU. Mientras tanto, las sanciones estadounidenses siguen siendo un obstáculo para que los inversores extranjeros inviertan dinero en proyectos de reconstrucción de Siria.
Toda la iniciativa para normalizar las relaciones con Damasco surgió de Arabia Saudita, que busca afirmar su papel en la región, especialmente después de la exitosa reconciliación con Irán mediada por China. En los últimos años, la LA se ha visto dividida por muchas cuestiones, como los conflictos en Siria y Libia; el bloqueo de Qatar por parte de algunos países de la región y muchos otros desacuerdos entre los países miembros.
Con los 22 miembros presentes en esta cumbre, Arabia Saudita ha demostrado su papel de liderazgo clave para unir a los miembros de la familia árabe, presentando la imagen de una región pacífica. La reintegración de Siria a la región es también un éxito diplomático para el príncipe heredero Bin Salman, un nuevo paso para separar a Arabia Saudita de la órbita estadounidense, al tiempo que recuerda a Occidente que Riad no sólo es un país rico en petróleo, sino también un socio diplomático que todas las partes deben tener en cuenta.
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