El factor más decisivo es Arabia Saudita, y la fuerza impulsora detrás de los importantes ajustes estratégicos de Arabia Saudita a su futuro político, seguridad, estabilidad y cooperación intrarregional es la reducción de los Estados Unidos, mientras que el mayor interés y la participación directa de China y Rusia en la cooperación con los países de la región.
El príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman (izquierda), estrecha la mano del presidente sirio, Bashar al-Assad, antes de la cumbre de la Liga Árabe el 19 de mayo.
Hay un interés nacional aquí. Arabia Saudita se dio cuenta de que tenía que ajustar su estrategia antes de que fuera demasiado tarde. Sin normalizar las relaciones diplomáticas con Irán, no podrá haber un final rápido a la guerra en Yemen. Mientras tanto, otra guerra que se cierne sobre la región ha estallado en Sudán, donde Arabia Saudita quiere desempeñar el papel de mediador y poner fin a la guerra civil en lugar de iniciarla directamente. La reconciliación con Siria ayuda a Arabia Saudita a no empujar a Siria aún más hacia Irán, Turquía y Rusia, mientras que algunos países de la región ya han normalizado gradualmente sus relaciones con Siria.
Arabia Saudita inició la acción y por eso debe tomar la iniciativa para poner fin al enfrentamiento diplomático con Qatar, junto con Egipto y varios miembros del Consejo de Cooperación del Golfo. Arabia Saudita ha demostrado públicamente que ya no seguirá apoyando a Estados Unidos como lo ha hecho en el pasado, aunque al mismo tiempo se muestra extremadamente amistosa y corteja a China.
La creación de un rol clave en la toma de decisiones ayudó a Arabia Saudita a convertirse gradualmente en el verdadero centro de poder en esta gran región.
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