La creciente demanda mundial de tierras raras y otros minerales críticos está creando una carrera entre los países para explotarlos. (Fuente: AFP) |
La carrera se calienta cada día.
Hay un hilo conductor en las recientes medidas del presidente indonesio, Joko Widodo, el presidente chino, Xi Jinping, y el magnate minero más rico de Australia, Andrew Forrest. Todas sus medidas apuntan a acelerar la feroz carrera mundial para acceder a minerales críticos que son esenciales para el futuro de la neutralidad de carbono y otras tecnologías de vanguardia.
El presidente Widodo quiere acceder al suministro de litio de Australia para complementar los suministros de níquel, con la esperanza de convertir a Indonesia en un importante productor de baterías para vehículos eléctricos y potencialmente desarrollar una nueva industria automotriz.
Mientras tanto, el sorpresivo anuncio del gobierno chino de restringir las exportaciones de galio y germanio a partir del 1 de agosto es otra clara indicación de que Beijing está dispuesto a explotar sus fortalezas en el suministro de minerales críticos para fines estratégicos.
Con la exitosa adquisición de Mincor Resources por parte de su empresa, el multimillonario Forrest ha demostrado una vez más su determinación de aprovechar una nueva y enorme oportunidad en el sector minero: extraer níquel en lugar de mineral de hierro. Quiere desarrollar las minas de sulfuro de níquel de Mincor y planea implementar más etapas de refinación en Australia para atender el floreciente mercado de vehículos eléctricos.
El camino de Australia es menos claro, a pesar de la retórica del gobierno y la creciente inversión en grandes proyectos de minería y procesamiento de minerales (a menudo en colaboración con socios extranjeros).
Australia es el mayor productor mundial de litio, el tercer mayor productor de cobalto y el cuarto mayor productor de tierras raras. El “sueño” de Canberra debe ser mucho más grande y expansivo.
China, el país que domina el juego
La carrera entre las naciones por los minerales críticos se está acelerando rápidamente. Aunque Australia cuenta con abundantes reservas de minerales importantes, esto no garantiza que el gobierno laborista o su sucesor puedan desarrollar nuevas industrias a gran escala.
La estrategia sobre minerales críticos publicada por la Ministra de Recursos, Madeleine King, el mes pasado describió el potencial más que los pasos prácticos.
En cambio, en China, el gobierno se ha centrado exclusivamente en la estrategia durante más de tres décadas. En la década de 1990, China se dio cuenta de que debía concentrar sus esfuerzos en obtener una ventaja en el crecimiento e impulsar el suministro de minerales críticos, desde la minería hasta el procesamiento y la fabricación, una industria de bajo valor en ese momento.
Como el mundo se dio cuenta tardíamente, este enfoque “unilateral” de China la ha convertido en el proveedor dominante de minerales, metales y materiales magnéticos críticos que son la base de las industrias futuras.
El litio se considera el “oro blanco” del futuro. (Fuente: Getty) |
China produce más del 80% de las tierras raras (elementos separados) del mundo. Australia representó el 53% de la producción mundial de litio en 2022 y exportó el 96% de esa cantidad a la segunda economía número uno del mundo.
Mientras tanto, el país del noreste asiático también representa más del 70% de la participación del mercado en el procesamiento y producción de otros minerales importantes como el antimonio, el bismuto y el tungsteno.
Para Occidente, estar dispuesto a aceptar la creciente experiencia y dominio de Beijing parece tener sentido comercial.
Las mineras australianas de litio son solo algunas de las beneficiadas, con exportaciones que ascendieron a 19 000 millones de dólares australianos (12 600 millones de dólares estadounidenses) para 2022, cuatro veces el nivel de 2021. Sin embargo, la estrategia general de las naciones occidentales se presenta ahora cada vez más arriesgada, tanto en términos económicos como geoestratégicos más amplios.
Es por ello que los países occidentales, incluida Australia, se apresuran a desarrollar recursos humanos, habilidades y tecnología para reemplazar a China, pero todavía están muy por detrás de ella. Estos países siguen siendo vulnerables a cualquier interrupción en el suministro de Beijing o de otros sustitutos, cuyos rivales podrían verse presionados temporalmente por China para sofocar la competencia.
Preocupación principal
El reciente anuncio por parte de Beijing de restricciones repentinas a las exportaciones de dos minerales y metales importantes (de los que pocas personas han oído hablar) inmediatamente suscitó grandes preocupaciones, y esas preocupaciones se están extendiendo a nivel mundial.
Ni el galio ni el germanio ni sus subproductos se comercializan en grandes cantidades, pero desempeñan un papel vital en la producción de chips semiconductores de alta velocidad, con posibles aplicaciones en defensa, equipos de comunicaciones por radio y vehículos eléctricos.
La acción de China es vista ampliamente como otra señal de advertencia dirigida a Estados Unidos mientras Washington intenta restringir el acceso de Beijing a equipos avanzados para la fabricación de chips que son vitales para el crecimiento económico y la seguridad nacional.
La administración Biden está considerando imponer más restricciones al suministro de microchips electrónicos a China e insta a sus aliados a adoptar un enfoque similar.
La decisión no parece ser una coincidencia, ya que el anuncio de Pekín se produjo justo antes de una visita a China de la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen.
El gobierno australiano ciertamente no tiene intención de competir con el plan de inversión multimillonario de la administración Biden para fomentar una mayor inversión interna en energía renovable, incluida la diversificación del suministro de materias primas para el procesamiento de minerales críticos y el refinado de tierras raras.
El compromiso de Canberra con un préstamo de 500 millones de dólares a través del Fondo de Infraestructura del Norte de Australia ha tenido poco impacto en los nuevos proyectos de gran escala de Washington.
En cambio, el gobierno laborista australiano espera que su estrecha relación con Estados Unidos, reforzada a través de la alianza trilateral AUKUS, permita que se le dé prioridad a Canberra como proveedor del mercado interno estadounidense, como se prometió. Esto también generaría mayores niveles de inversión de Washington en proyectos en la nación oceánica.
El gobierno federal australiano se ha mostrado "ambiguo" sobre si impondrá nuevas restricciones a la inversión china en su crítico sector mineral, pero Canberra ya ha impuesto medidas para impedir que las empresas de la nación asiática inviertan en el sector.
Sin embargo, el gobierno de Australia Occidental, un estado rico en recursos naturales, confía en una nueva ola de procesamiento y producción de minerales críticos. El Estado sigue acogiendo con agrado las inversiones de China y la cooperación con este país para crear un nuevo auge.
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