A medida que Estados Unidos se acerca a las elecciones presidenciales de 2024, la dinámica entre los dos principales candidatos, Kamala Harris y Donald Trump, está teniendo impactos significativos en las relaciones entre China y Estados Unidos. En esta cuestión, dicen los expertos, evaluar las opiniones de los asesores clave de los dos candidatos puede ayudar a revelar diferencias en sus enfoques hacia China.
Tras las Convenciones Nacionales Republicana y Demócrata celebradas a mediados de julio y finales de agosto respectivamente, ambos candidatos están inmersos en una feroz contienda por la presidencia. La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, ha demostrado cada vez más ser una candidata formidable después del primer debate televisado en vivo, aventajando a Donald Trump por 3-5 puntos en la mayoría de las encuestas hasta el 15 de septiembre. Sin embargo, su reputación en política exterior, especialmente con respecto a China, todavía está siendo seguida de cerca por los expertos.

De hecho, la abrupta selección por parte de los demócratas de Harris como candidata para reemplazar a Biden le dejó poco tiempo para desarrollar una estrategia integral de política exterior. Aunque el Partido Demócrata publicó una plataforma en su Convención Nacional en agosto, el documento apenas incluyó a Biden como candidato. Se considera que Harris carece de experiencia en asuntos internacionales, ya que a lo largo de su carrera pública se ha centrado principalmente en cuestiones nacionales.
Kamala Harris: Entre dura y pragmática
En su primera entrevista desde el lanzamiento de su campaña, realizada con CNN el 29 de agosto, Harris dijo que probablemente continuaría la trayectoria de política exterior de Biden. Sin embargo, su elección de Philip Gordon como asesor de seguridad nacional indica un posible cambio en la política hacia China, ya que el enfoque pragmático de Gordon podría diferir de la postura confrontativa adoptada por la administración Biden.
Las opiniones del Sr. Gordon sobre política exterior estaban profundamente influenciadas por su oposición a la estrategia de cambio de régimen seguida por la administración Bush en Irak, que según él había dañado la reputación global de Estados Unidos. Como “internacionalista pragmático”, el Sr. Gordon aboga por el uso juicioso del poder estadounidense, argumentando que la eficacia de la política exterior estadounidense no reside en sus instituciones sino en la calidad de su liderazgo. Sus opiniones europeístas muestran que considera la seguridad europea como central para el poder global de Estados Unidos, pero reconoce que China, no Europa, es actualmente el foco principal de las políticas exteriores, militares y económicas de Estados Unidos.
Sin embargo, para entender plenamente la política de Harris hacia China, es necesario examinar las opiniones de otra asesora, la asesora adjunta de seguridad nacional Rebecca Lissner, quien ha desempeñado un papel clave en la configuración de la estrategia de la administración Biden hacia China. El trabajo de Lissner sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de Biden muestra que Estados Unidos reconoce que la era posterior a la Guerra Fría ha terminado y que está involucrado en una competencia estratégica con China, su único competidor. La estrategia reafirma el compromiso de Estados Unidos con un arsenal nuclear preventivo y una postura militar fuerte, lo que sugiere que Harris podría continuar con este enfoque duro si es elegida.
Donald Trump: Asuntos Exteriores desde una perspectiva económica
Mientras tanto, si Donald Trump recupera la presidencia, es probable que fortalezca muchas veces su postura "agresiva" hacia China, centrándose especialmente en la competencia económica y tecnológica. En la Convención Nacional Republicana de julio, figuras clave del partido manifestaron su apoyo a una agenda política dominada por Trump al elegir a JD Vance como su compañero de fórmula para vicepresidente. Esto subraya el compromiso del partido del elefante con una política de confrontación con China. El posible nombramiento por parte de Trump de figuras como Elbridge Colby y Robert Lighthizer, conocidos por sus posturas agresivas sobre China, sugiere que su administración priorizará el dominio económico y el avance tecnológico de Estados Unidos, particularmente en áreas como la inteligencia artificial y el espacio.
El enfoque de Donald Trump hacia Taiwán (China) refleja su estrategia más amplia hacia China. Él ve a Taiwán en términos económicos más que políticos y estratégicos. Él ve a Taiwán principalmente como un mercado para las exportaciones de armas estadounidenses y una fuente de desarrollo de tecnología de semiconductores. Esto pone de relieve la “perspectiva económica” de la política exterior. Es probable que Trump continúe vendiendo armas a Taipei, pero no aumentará el compromiso de defensa de Estados Unidos. Además, su administración podría reducir la presencia estratégica de Estados Unidos en el Pacífico occidental y debilitar las alianzas lideradas por Estados Unidos en el Indopacífico, como el Quad o el compromiso con la ASEAN. En lugar de ello, Estados Unidos se centrará en medidas unilaterales para frenar el crecimiento económico e industrial de China mediante aranceles y sanciones punitivas.
Los preparativos de Pekín
Por su parte, Pekín es muy consciente de lo mucho que está en juego en las próximas elecciones estadounidenses. Independientemente de quién gane, China probablemente enfrentará una postura dura por parte de la próxima administración estadounidense.
Si Harris se convierte en la primera mujer presidenta de Estados Unidos, Washington probablemente verá a Beijing buscar mantener los acuerdos que China y Estados Unidos han alcanzado bajo el presidente Biden, especialmente a través de mecanismos como la Cumbre de la APEC organizada por Perú y la Cumbre del G-20 organizada por Brasil a fines de noviembre. Esta estrategia está diseñada para aprovechar los recientes esfuerzos diplomáticos demócratas, ejemplificados por la visita del asesor de seguridad nacional Jake Sullivan a Beijing a fines de agosto y la intención de Estados Unidos de buscar la cooperación de China en los principales conflictos geopolíticos, así como en los desafíos socioeconómicos internos de Estados Unidos.
Sin embargo, Pekín también se prepara para la posibilidad de la reelección de Donald Trump. Dennis Wilder, ex experto de la CIA en China y asesor principal de la Casa Blanca sobre Asia durante el gobierno de George W. Bush, dijo que Beijing había estado "buscando activamente oportunidades" para conectarse con el equipo de campaña de Trump. En particular, Pekín quería utilizar como puente a Cui Tiankai, ex embajador chino en Estados Unidos durante el gobierno de Donald Trump, pero no tuvo éxito.
Los expertos dicen que es probable que Beijing continúe acercándose al equipo de Donald Trump mientras aprovecha y fortalece sus lazos con Rusia y el hemisferio sur. Pekín podría fomentar la autonomía estratégica entre los aliados de Estados Unidos, especialmente la Unión Europea, ofreciendo incentivos económicos y acelerando soluciones comerciales. Como alternativa, China podría entablar negociaciones económicas con Estados Unidos, sacrificando algunos beneficios económicos a cambio de ganancias estratégicas en el Pacífico Occidental.
El resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024 tendrá profundas implicaciones para la trayectoria de las relaciones entre China y Estados Unidos. Ya sea bajo el gobierno de Kamala Harris o de Donald Trump, Beijing tendrá que prepararse para un período difícil, marcado por la competencia estratégica y la rivalidad económica. A medida que ambos países navegan por este complejo panorama, el equilibrio global de poder se verá significativamente afectado por las políticas y decisiones del próximo ocupante de la Casa Blanca.
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